13 noviembre 2008

"Tengo un pito entre las cejas y un duende en el culo" le dijo ella mientras terminaban de cenar.

Él se quedó con el tenedor a mitad de camino, permaneció duro un momento y apoyó el utensilio sobre el mantel muy despacio. No estaba enojado ni tampoco sorprendido, simplemente la miró con decepción. Se había dado cuenta de que el sueño de veranear en el sur junto al amor de su vida no iba a ser posible. Tomó un sorbo más de vino y mientras se quitaba la servilleta de la falda prendió fuego la imagen que atesoraba en lo profundo de su corazón: él y ella juntos, pescando truchas en los lagos patagónicos.

2 comentarios:

Tomás Grounauer dijo...

Las truchas, chochas.

Anónimo dijo...

Jajajajajajajaja... muy bueno...

"Tengo un pito entre las cejas y un duende en el culo" le dijo ella mientras terminaban de cenar... Él se quedó con el tenedor a mitad de camino...

Genial...

Muy incómodo todo

Abrazo grande
Hernán