20 febrero 2009

LÚCIDOS I

Estoy adentro del colectivo.
Miro por la ventanilla.
No reconozco el barrio.
No entiendo los letreros de las calles.
¡Caramba!
¿Cómo es posible?
¿Habré pasado por el hospital ya?
¿Dónde estarán los taxistas?
No sé si estoy distraída o concentrada.
¡Ya sé!, pienso: estoy soñando.
¡Negativo!
Tengo la seguridad de la realidad cotidiana.
Dentro del móvil sucede lo de siempre.
Todos duermen la siesta.
Entonces, ¿por qué parte del recorrido vamos?
No me doy cuenta, es imposible reconocer estos bares.
Bueno, me relajo, sigo leyendo.
Abro la mirada, amplío el campo perceptivo.
¡Puente Pueyrredón!
Ya llegué a Avellaneda.
Me bajo, me mojo los pies porque elegí sandalias.
Llego a la oficina.
No hay luz.
Bueno.
Subo doce pisos.
Hay luz.
Hay agua fresca.
Hay internet.
Tranquila.
Tengo hambre.
Bajo doce pisos.
Compro uno de miga negro.
Y una de grasa para el café de más tarde.
Subo doce pisos.
Me llaman al celular.
Veinte minutos seguidos hablando.
Me duele la garganta.
Hablo sola.
Escribo esto.
¿Qué más?
Nada más.

2 comentarios:

carmela dijo...

No es poca cosa tus hechos.


Yo mejoré el humor /amor. y ahora me dispongo a cenar para luego dormir

(Creo)

Word: boark.

m. dijo...

En vez de hay internet, leí "hay fernet"